UNA BIBLIOTECA-MUSEO DE POESÍA EN LOS PALACIOS
Nuestro poeta, Joaquín Romero Murube, distraía el ánimo sentado a la sombra que le proporcionaba el pórtico de su casa de recreo, y aquí, en el deleite del descanso, afloraban al abrigo del silencio roto por el trinar de los pájaros muchos de sus mejores versos, de sus artículos más certeros, de sus cuidadas páginas en prosa poética…
¡Qué mejor sitio para recordarlo y adentrarse en el centro de sus sentimientos leyendo los libros que aguardan, sobre los estantes, el tacto de unas manos, la caricia de unos ojos escrutadores del misterio…!
Y procurar el descanso a los ojos mientras se adentra la mente en los veneros del sentimiento de lo leído, circunvalando el estanque con la mirada en la quietud de sus aguas, con la mirada en los verticales verdes de los cipreses, en la aguja de palmera que enhebra la madeja del cielo…; y sentir la humilde casita cual prolongación del real alcázar sevillano, otro cenador allá, a lo lejos, final de un sendero ya en medio de las marisma.
He abierto por azar un libro que compré hace dos décadas, y unos versos que releo provocan en mi mente la imagen de la casa, la imagen ya transfigurada en ostentosa vivienda de recreo…
Perdimos parte de nuestros recuerdos. Ya es tarde y no podemos retroceder en el tiempo. Si en su momento hubiéramos luchado por mantenerla, ahora sería un orgullo para todo el pueblo de Los Palacios y Villafranca. ¡Cómo pudimos estar tan ciegos! Dejamos pasar el tiempo sin ser conscientes del carácter efímero del mismo, y los que eran días pasaron a ser meses que pasaban como días, a años que pasaban como meses que eran como días, y con el paso de los años la casa se hundió en el olvido, y con ella, olvidamos una insustituible herencia del escritor de Sombra apasionada, y de Sevilla en los labios, y de la Canción del amante andaluz, y de Kasida del olvido…, y de Pueblo lejano; se alzaron, casi imperceptibles, un puñado de voces que abogaban por desempolvar sus paredes, y cubrirlas de libros, y cubrirlas de fotografías, y cubrirlas de cartas, y pacientemente esperar a que el alma del poeta trasminara desde todo hacia todos; pero no fue así, permitimos que el agua del estanque permaneciera estancada, y putrefacta reflejara en su hediondo fondo la silueta de las lánguidas palmeras; las ranas cesaron sus cantos para dar paso al ulular triste de la brisa entre las caídas ramas o entre los ocres de los cardos invasores; los alfeizares de las ventanas y los escalones de entrada a la casa se ahogaban en el polvo que la marisma exhalaba y que, inexorablemente, se elevaba en rubios montículos crecientes…; y seguíamos ciegos; y ahora es tiempo de lamentos porque la casa no está, porque no es lo que pudo ser, porque estuvimos ciegos…, y sordos; “Explicar la historia es tanto como descubrir las pasiones de los hombres, su genio, sus fuerzas operantes”; tuvimos en nuestras manos el lugar ideal para compendiar las del poeta palaciego y, en cambio, dejamos que la traspasara el abandono, y así posibilitamos que los cimientos de nuestro pueblo fueran menos consistentes.
¡Qué mejor sitio para recordarlo y adentrarse en el centro de sus sentimientos leyendo los libros que aguardan, sobre los estantes, el tacto de unas manos, la caricia de unos ojos escrutadores del misterio…!
Y procurar el descanso a los ojos mientras se adentra la mente en los veneros del sentimiento de lo leído, circunvalando el estanque con la mirada en la quietud de sus aguas, con la mirada en los verticales verdes de los cipreses, en la aguja de palmera que enhebra la madeja del cielo…; y sentir la humilde casita cual prolongación del real alcázar sevillano, otro cenador allá, a lo lejos, final de un sendero ya en medio de las marisma.
He abierto por azar un libro que compré hace dos décadas, y unos versos que releo provocan en mi mente la imagen de la casa, la imagen ya transfigurada en ostentosa vivienda de recreo…
Perdimos parte de nuestros recuerdos. Ya es tarde y no podemos retroceder en el tiempo. Si en su momento hubiéramos luchado por mantenerla, ahora sería un orgullo para todo el pueblo de Los Palacios y Villafranca. ¡Cómo pudimos estar tan ciegos! Dejamos pasar el tiempo sin ser conscientes del carácter efímero del mismo, y los que eran días pasaron a ser meses que pasaban como días, a años que pasaban como meses que eran como días, y con el paso de los años la casa se hundió en el olvido, y con ella, olvidamos una insustituible herencia del escritor de Sombra apasionada, y de Sevilla en los labios, y de la Canción del amante andaluz, y de Kasida del olvido…, y de Pueblo lejano; se alzaron, casi imperceptibles, un puñado de voces que abogaban por desempolvar sus paredes, y cubrirlas de libros, y cubrirlas de fotografías, y cubrirlas de cartas, y pacientemente esperar a que el alma del poeta trasminara desde todo hacia todos; pero no fue así, permitimos que el agua del estanque permaneciera estancada, y putrefacta reflejara en su hediondo fondo la silueta de las lánguidas palmeras; las ranas cesaron sus cantos para dar paso al ulular triste de la brisa entre las caídas ramas o entre los ocres de los cardos invasores; los alfeizares de las ventanas y los escalones de entrada a la casa se ahogaban en el polvo que la marisma exhalaba y que, inexorablemente, se elevaba en rubios montículos crecientes…; y seguíamos ciegos; y ahora es tiempo de lamentos porque la casa no está, porque no es lo que pudo ser, porque estuvimos ciegos…, y sordos; “Explicar la historia es tanto como descubrir las pasiones de los hombres, su genio, sus fuerzas operantes”; tuvimos en nuestras manos el lugar ideal para compendiar las del poeta palaciego y, en cambio, dejamos que la traspasara el abandono, y así posibilitamos que los cimientos de nuestro pueblo fueran menos consistentes.
Y una vez más releo estos versos premonitorios:
La “Huerta de la Noria” se deteriora, languidece y muere poco a poco ante la desidia de unos, la indolencia de otros y el silencio de los demás.
Jardín de nombre y olvido!
¡Jardín de pena y sin eco!
¿No habrá nadie que te quiera,
ya no quedan sentimientos?
Desvelar siempre he querido,
quizás, inútil anhelo,
tu palabra conquistada,
el tesoro de tus ecos.
¡Qué angustia de pena muda
anida dentro, muy dentro!
Es tu casa y es tu patio
sin embargo, tú, ¡qué lejos!
Mis venas laten ardientes,
densas de amor y recuerdos.
Dos columnas y tres arcos,
la fachada de tus sueños.
Cangilones de la Noria
que gotean sufrimientos.
En los rincones del alma
tu luz, tu vida y tu acento.
Cuando reías temblaban
las estrellitas del cielo
y los pájaros trinaban
desde los cipreses viejos.
El estanque está vacío,
las frondas exhalan miedo,
las fuentes no tienen lágrimas,
el jardín muere en silencio.
¿No hay ningún alma sensible?
¿No queda algún estamento
que valore la cultura,
el patrimonio de un pueblo?
La ambición de un nuevo rico
busca tu olvido y desprecio,
te amenaza la guadaña
que especula con el suelo.
Huerta añeja del Carrito
de Joaquinito Romero,
quinta de finas columnas
que caerán en silencio.
¿Podremos salvar la Noria?
¿Qué haremos los palaciegos?
Si no alzamos nuestras voces
no quedará más remedio
que tañer nuestras campanas
para enterrar su recuerdo.
¡Jardín de nombre y olvido,
jardín de pena y sin eco,
pobre Huerta de la Noria
de Joaquinito Romero!
La salvación de la Huerta de la Noria está en el horizonte.
Claudio Maestre niega que hubiera un proyecto para recuperar ‘la Huerta’ de Romero Murube
El exconcejal de Cultura, acusado por el actual alcalde de no haber recuperado el inmueble cuando se pudo, le responde que no es verdad.
Respuesta
al Sr. Alcalde de Los Palacios y Villafranca
Tras la queja de la Oficina del
Defensor del Pueblo, a través del Diario de Sevilla y ABC, sobre la situación
de abandono de la Huerta de la Noria, la vivienda de recreo del poeta Joaquín
Romero Murube y la petición de responsabilidades a la Consejería de Cultura, a
Patrimonio Histórico y al Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca, el
consistorio palaciego, a través de una nota de prensa de la alcaldía, ha
reaccionado rápidamente y ha emitido un comunicado difundido por diferentes medios
de comunicación digital, entre los que aparece un artículo en El Correo de
Andalucía firmado por el periodista Álvaro Romero. Como en el citado artículo
se hace alusión a mi persona y se me acusa de ciertos actos totalmente falsos,
acudo a los periódicos para defenderme ante la falta de veracidad que en la
citado artículo aparecen. Para comenzar, empezaré diciendo que en 2007, el por
entonces Alcalde, me propone ir en su lista de las elecciones municipales con
la promesa de que se iba a luchar por conseguir la recuperación de la Huerta de
la Noria como elemento patrimonial de Los Palacios y Villafranca. Y acepto
porque a pesar de mi no militancia en ningún partido, pienso que he de ser
coherente con mis viejas reivindicaciones sobre el tema de la Huerta, que de
forma resumida paso a relacionar: Remontándonos al siglo pasado, y cuando aún
vivía Luis Ramos-Paúl, por aquel entonces propietario de la finca, hablé
distendidamente con él, planteándole ante su precaria salud, lo avanzado de su
edad y que no dejaba descendencia, la posibilidad de convertir la Huerta, en un
futuro museo sobre la figura de Joaquín Romero Murube. Idea que Luis acogió con
entusiasmo. Trasladé esta situación al Alcalde y me contestó que estudiaría la
propuesta. En 2003 en el libro “Personajes históricos de Los Palacios y
Villafranca” en la página 196 dedicada a la Huerta, escribí: “Luis Ramos-Paúl
ha sabido mantenerla hasta nuestros días sin alteraciones importantes en la
vivienda y en los jardines. ¿Llegará a convertirse en un futuro en la Casa
Museo del poeta? En 2004, en la edición “Obra poética. Joaquín Romero Murube”
de la Fundación de Aparejadores de Sevilla, que tuve el honor de dirigir, en
las páginas 35 y 36, de nuevo reivindico su recuperación: “Es de esperar que
los organismos pertinentes asuman este compromiso histórico, aunando esfuerzos
tras el fallecimiento de su propietario en septiembre de 2003 y demuestren
suficiente sensibilidad y visión patrimonial para que esta modesta sugerencia
sea tenida en consideración y pase a enriquecer la oferta turística-cultural
del pueblo y del acervo andaluz.” En 2007 publiqué “Cien romances para una
historia” donde dediqué siete poemas a Joaquín Romero Murube, de ellos, dos a
la Huerta, en el último se puede leer: ¿Podremos salvar la Noria? ¿Qué haremos
los palaciegos? Si no alzamos nuestras voces no quedará más remedio que tañer
nuestras campanas para enterrar su recuerdo. Estas llamadas de concienciación
para incorporar la Huerta al Patrimonio palaciego se producen antes de mi
incorporación a la concejalía de Cultura. En 2009 en un artículo publicado por
el periodista Álvaro Romero dejaba escrito: “…el actual concejal de Cultura,
Claudio Maestre, también estudioso de la vida y obra de su ilustre paisano,
lleva empeñado desde antes de ejercer su cargo en recuperar para el pueblo un
inmueble…” Y siendo concejal de Cultura, se me pide que dé el visto bueno a un
proyecto sobre la rehabilitación de la Huerta de la Noria. El citado proyecto
consistía básicamente en dos apartados; uno, recuperar la vivienda y
convertirla en la casa particular para uso y disfrute, en exclusiva, del hijo
del constructor, propietario de la finca; y un segundo apartado, en el que se
permitiría construir unas instalaciones privadas destinadas a celebraciones y
eventos. En ningún momento se planteaba que esa rehabilitación iba dedicarse a
ser la casa museo de Joaquín Romero Murube, ese hubiera sido mi deseo. En la
reunión que mantuve con los propietarios, les manifesté que esa vivienda estaba
destinada a otros fines y que no podía permitir que la vivienda de la Huerta de
la Noria pasara a manos privadas y quitársela al pueblo. Esta es la verdadera
razón por la que aquel proyecto fue rechazado. Gracias a aquella negativa, hoy
sigue estando abierta la esperanza a su recuperación. Esta es la verdad y no lo
que apunta el actual Alcalde. A pesar de mis intenciones durante los años,
2007-2011, el Alcalde de entonces no cumplió con la promesa que me había hecho
y la Huerta siguió su proceso de olvido. Pero mis reivindicaciones no iban a
parar ahí. En 2017, en mi último libro “El Patrimonio de Los Palacios y
Villafranca”, de nuevo dedico cinco páginas a la Huerta de la Noria, entre
otras cosas se dice: “De la implicación o no de los ciudadanos dependerá el
futuro de la Huerta de la Noria. Pero serán los dirigentes políticos quienes
deben asumir el papel definitivo y serán ellos quienes decantarán la balanza
hacia la recuperación o al abandono definitivo.” Según el Defensor del Pueblo,
Jesús Maeztu, diferentes sectores sociales de la localidad y de entidades
culturales ya se han pronunciado y pretenden asegurar la protección integral de
la Huerta de la Noria. Finalmente y tras varias décadas de pedirle a las
autoridades competentes dicha recuperación y cuando la sensación de bautista,
que decía Romero Murube, (de predicar en el desierto) empezaba a embargarme,
parece que con la oportuna, valiente y decidida actuación de Jesús Maeztu, se
abren nuevas vías de esperanzas para que este asunto pueda llegar a buen
puerto.
Agradezco las numerosas muestras
recibidas en las que se me ha manifestado la indignación de muchos palaciegos
por la información tan sesgada y alejada de la realidad que presentaba el
artículo que recogía la cruda nota de prensa de la alcaldía, pues cargaba
duramente contra mi persona con hechos desvirtuados y manipulados. Queda
aclarado que mis reivindicaciones no son de ahora, puesto que las hice antes,
durante y después de ser concejal y las seguiré haciendo, aunque a algunos les
pese. Frente a la acritud del ataque personal del Sr. Alcalde donde pretende
descalificarme empleando, entre otros, los adjetivos de ególatra, cínico e
hipócrita, mi respuesta va a ser muy diferente y bastante más constructiva que
la suya. Desde aquí le hago una invitación pública para que con el anteproyecto
citado, por delante, aclaremos todos los detalles que ahí se especifican. Lo
único que le pido, y lo hago desde el respeto que me merece la figura del
Alcalde, es que cumpla con su obligación de velar por la recuperación de la
Huerta de la Noria, porque en sus manos está hacerlo, y que lo afronte, no
desde la imposición, sino desde el convencimiento de que será para el beneficio
de la cultura y del patrimonio del pueblo que queremos, Los Palacios y
Villafranca. Si así fuera, que no dude que este palaciego sería el primero en
aplaudirlo. Claudio Maestre. 6 de febrero de 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario