LA GENERACIÓN DEL 27 Y JOAQUÍN
ROMERO MURUBE
(Por Claudio Maestre Moreno)
Murube, Guillén, Lorca, Rubio Sacristán y Pepín Bello
En la España literaria de 1927 se celebraron dos
conmemoraciones muy especiales: por una parte, el cuarto centenario del
nacimiento de Fray Luis de León y por otra, el tercer centenario de la muerte
de poeta cordobés Luis de Góngora y Argote,
Luis de Góngora.
Creador del culteranismo o del gongorismo. De la primera
conmemoración poco ha trascendido a nuestros días. Lo que sí ha tenido enorme
relevancia han sido los actos organizados en Sevilla para celebrar el segundo
acontecimiento y del que ahora vamos a dar debida cuenta.
Para empezar vamos a hacerlo con una cita de nuestro paisano
Joaquín Romero Murube. En su libro “Los
cielos que perdimos” escribía:
Foto Ateneo de Pepín Bello.
En el salón de actos de
la Real Sociedad Económica de Amigos del País, ahí en la calle Rioja, tuvo
lugar el mitin poético más trascendental que se ha dado y que se dará por mucho
tiempo en España. Allí nos reunimos cierta tarde para leer nuestros versos:
Jorge Guillén, Fernando Villalón, Rafael Alberti, Alejandro Collantes de Terán,
Rafael Porlán, Juan Sierra, Mauricio Bacarisse, Adriano del Valle, Luis
Cernuda, Rafael Lafón, Federico García Lorca, Gerardo Diego, Joaquín Romero
Murube, Dámaso Alonso… Juan Chabás leyó unas prosas. Pepe Bergamín le compró
una guitarra a su novia de entonces, Rosario Arniches, e Ignacio Sánchez Mejías
invitó a visitar el Manicomio de Miraflores a las tres de la madrugada. Aquel
mitin poético duró cerca de cuatro horas. No creo que nunca se pueda lograr una
conjunción más amplia y valiosa de poetas en Sevilla.
Con motivo de estos actos celebrados para conmemorar el
tercer centenario de la muerte de Góngora en 1927, Sevilla, se convirtió en el
gran referente de la poesía española. Ya unos años antes y a propuesta de otro
poeta, el andaluz universal y premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez, la
capital de Andalucía fue declarada la capital por excelencia de la poesía.
¿Quiénes fueron los verdaderos
impulsores de los actos del Ateneo de Sevilla?
Anagrama del Ateneo
Consideramos que hay tres motores fundamentales en la organización
y desarrollo de estos importantísimos actos:
Fachada del Ateneo.
El Ateneo de Sevilla, en primer lugar, puesto
que corrió con los gastos (2.267,60 pesetas, un auténtico dispendio para la
época) con su presidente Manuel Blasco Garzón (abogado, presidente del Sevilla,
ministro de justicia y escritor) y con la colaboración de dos consejeros excepcionales,
el médico y escritor José María Romero Martínez y el profesor de la Universidad
de Sevilla, Pedro Salinas.
Ignacio Sánchez Mejías
En segundo lugar, el
torero Ignacio Sánchez Mejías. Un personaje
extraordinariamente polifacético; fue también actor de cine, jugador de polo,
automovilista, escritor de obras de teatro y presidente del Real Betis Balompié.
Tras la muerte trágica de Ignacio, la que inspiro el
famosísimo poema de Federico García Lorca “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”,
aquel que daba comienzo con los versos:
A las
cinco de la tarde.
Eran las
cinco en punto de la tarde…
Sánchez Mejías quedó inmortalizado por esta elegía, no solo
en los tratados de tauromaquia, sino también
en los manuales de la literatura.
El torero sevillano (1891-1934) fue el eslabón que uniría a
los poetas establecidos en Madrid con los poetas sevillanos de Mediodía y con
el Ateneo hispalense. También se encargó de agasajar a los invitados en su
finca de Pino Montano y como buen anfitrión, mostrarles la ciudad.
Revista Mediodía nº 4.
Y por último, los jóvenes
sevillanos integrantes de la Revista
Mediodía.
En el primer tercio del siglo XX, bajo el impulso de los
movimientos literarios de vanguardia, con los denominados ismos, van surgiendo
en España una serie de revistas literarias, mayormente en Andalucía: Mediodía
en Sevilla y Litoral en Málaga (ambas en el año 1926),
Revistas del 27
Revista Mediodía.
Comprobamos como Mediodía fue una revista precursora y en la
que participaron con sus escritos la mayoría de los autores de la denominada
Generación del 27. En la actualidad todos reconocemos de qué se habla cuando
aludimos a la Generación del 27, pero en su día, esta generación fue denominada de muy variadas
maneras: Nietos del 98, Generación del 25, también la llamaron el
Segundo Siglo de Oro y los más desafortunados, aquellos que la citaban
como la Generación de la Dictadura, porque evidentemente para la
instauración de la dictadura franquista aún faltaban más de diez años. Los
mismos poetas del 27, en varias ocasiones se pronunciaron sobre esta cuestión y
varios de ellos se pronunciaron considerando como lo más adecuado para llamarles, Grupo del 27.
Cena con barbas.
Los componentes de Mediodía tenían varios sitios donde se
reunían, el más frecuente era en el Café Nacional. Solían verse cada primer
sábado de mes en unas alocadas cenas surrealistas para homenajear a
determinadas celebridades en un ambiente juvenil y festivo. Se tienen
constancias de las cenas dedicadas a Gerardo Diego, a Jorge Guillén, a Romero
Murube, a Pablo Sebastián, a Eduardo Llosent o a la actriz Pola Ilery.
JRM pronto levanta las suspicacias de sus compañeros, lo cual
indica el estatus de privilegio que gozaba en la revista. Cernuda escribía con
recelo que Romero Murube era el que lo conducía todo en Mediodía y Fernando
Villalón decía: “Joaquinito Romero se ha creído que es el Víctor Hugo del
barrio de San Lorenzo”.
La revista Mediodía tuvo tres etapas:
- Desde junio del año 1926 hasta febrero de
1929 (14 entregas)
-
En
1933, aparecen los números 15 y 16.
-
En
1939, salen los números 17, 18 y 19.
El organigrama de la publicación era:
Director: Eduardo Llosent Marañón.
Administrador: Alejandro Collantes de
Terán.
Redactor Jefe: Joaquín Romero Murube.
Secretario: Rafael Porlán.
Joaquín Romero Murube y Collantes.
Además también fueron socios fundadores de la revista: Rafael
Laffón, Juan Sierra, Fernando Labrador y Pablo Sebastián.
Según testimonio de Juan Sierra, los que verdaderamente
confeccionaban la publicación, eran Rafael Porlán y JRM.
Los
integrantes de Mediodía, como llegara a escribir nuestro paisano formaban un
grupo:
“alegre, sincero, con la inconsciencia propia
de los veintipocos años, pero centrado y amado de los dioses”
En todos se
apreciaba un denominador común, sentían los jóvenes poetas andaluces una veneración
desbordante por la poesía del ya consagrado y maduro Juan Ramón Jiménez y
también tenían como norma en sus escritos combinar la poesía tradicional
española con las corrientes más vanguardistas del momento. El premio Nobel de
Huelva había pedido en reiteradas ocasiones que se declarara a Sevilla como la
capital poética de España (basaba su petición en la proliferación en la
historia de la literatura de grandes poetas sevillanos: Medrano, Rioja,
Fernando de Herrera, Bécquer, Machado…)
Pedro Salinas.
Otra influencia
destacada en la revista es la figura de Pedro Salinas (ocupó la cátedra de
literatura Española de la Universidad de Sevilla a partir de 1918. En torno al
escritor Pedro Salinas, se agrupan una serie de jóvenes universitarios (Joaquín
R. M., Higinio Capote, González Requena, Miguel Romero Martínez, Luis Cernuda…)
con inquietudes literarias para comentar textos clásicos: desde Garcilaso y
Fray Luis de León hasta los franceses Baudelaire, Mallarmé o Rimbaud.
Miguel Cruz
Giráldez en “La contribución de Sevilla a la Generación del 27” expone los
motivos por los que justifica la inclusión de los poetas de Mediodía en la
Generación del 27.
Escritores como Rafael Laffón, Juan
Sierra, Joaquín Romero Murube o Rafael Porlán deben ser así considerados como
parte integrante de esa generación, a la que pertenecen tanto por cronología
como por la intención y procedimientos de sus obras.
Giráldez
sigue valorando la aportación de este grupo cuando escribe:
Integrantes de la revista Mediodía
Los escritores de esta segunda pero
importante fila del 27 contribuyen también decisivamente a configurar “el
conjunto de esa gran manifestación de la lírica de la España del segundo Siglo
de Oro”.
Real Academia.
En Madrid,
mayo del 27, tuvo lugar un anticipo escatológico a la famosísima e
inmortalizada reunión de Sevilla; los jóvenes del homenaje llevaron a cabo una
meada colectiva en las paredes de la Real Academia Española de la Lengua. Lo
cuenta en una revista literaria de la época Gerardo Diego:
“…una
descripción inefable y divertida sobre esa concreta catarata urinaria”.
Dámaso Alonso
Hubo
«juegos de agua» contra los muros de la Real Academia (uno de los más largos
fue —paradojas de la vida— el de Dámaso Alonso, que pasado el tiempo se
convirtió en el Director de la casa que limpia, fija y da esplendor a nuestra
lengua.
Para tener
una información de primera mano de cuanto ocurrió en diciembre del 27 en el
Ateneo sevillano basta con recurrir a las numerosas reseñas aparecidas en los tres
diarios que en aquellos años se publicaban en Sevilla: El Correo de Andalucía,
El Liberal y El Noticiero Sevillano. En la prensa podemos leer:
Ignacio Sáchez Mejías e integrantes de la Generación del 27
El 15 de diciembre llegaron los poetas procedentes de Madrid (Bergamín,
Dámaso, Alberti, Gerardo Diego, Jorge Guillén, Juan Chabás e Ignacio Sánchez
Mejías) les esperaba un grupo de intelectuales sevillanos entre los que se
encontraban Romero Murube y Collantes de Terán.
Ese mismo día en el que llegan a
Sevilla, nos relata Jorge Guillén lo que hicieron:
Fuimos en autos al Manicomio, fuera
de Sevilla, a visitar al presidente de la sección de Literatura del Ateneo,
médico de guardia en el Manicomio. (…) Y después, a eso de la una, nos
trasladamos a casa de Sánchez Mejías –nuestro patrón- . Pino Montano: finca en
el campo. Gran villa de torero. ¡Fantástico! Oímos al Niño Huelva, el mejor
tocador de guitarra, de veras estupendo. Se bebía champán. Dámaso cantó en
inglés. A todo esto, recitaciones de Alberti, Federico y Gerardo. Yo me
resistí. A las cuatro o a las cinco fueron a buscar a Sevilla a un cantador, el
Niño de Jerez (Manuel Torres). Total: a las seis entrábamos en Sevilla.
Entre los numerosos
y variados artículos dedicados a los actos organizados por el Ateneo
entresacamos:
Foto de Andrés Bello en el Ateneo.
Los actos dieron comienzo el día 16. El
estrado del acto lo ocupaban Manuel Blasco Garzón, José María Romero Martínez,
Jorge Guillén, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Juan
Chabás, Dámaso Alonso y José Bergamín.
Entre la selecta concurrencia de los
intelectuales, artistas y literatos se encontraban: Amantina Cobos, José
Villalobos, Luis Cernuda, Alejandro Collantes de Terán, Joaquín Romero Murube,
Gustavo Bacarisas, Fernando Labrador, Eduardo Llosent, Muñoz San Román,
Molleja, Laffón, Sánchez Mejías, Fernando Villalón, Pepín Bello, Majó, Núñez de
Herrrera, Mauricio Bacarisse, Tamayo y otros.
Pero vamos
a centrarnos en la cronología y en el detallado contenido que ofertaban los
actos programados por el Ateneo:
Blasco Garzón
16 de diciembre. A las nueve y media Inauguración
del curso de la sección de Literatura del Ateneo hispalense. Abrió la sesión el
Presidente del Ateneo sevillano, Manuel Blasco Garzón, con elocuentes
palabras, dando la bienvenida a la brillante pléyade de jóvenes poetas y
señalando la importancia y la trascendencia para la poesía del acto que iban a
celebrar. Resaltó en la conmemoración del tercer centenario de la muerte de
Góngora, la oportunidad para traer al ambiente intelectual sevillano las nuevas
manifestaciones y tendencias de la poesía española. También Intervino José
María Romero Martínez en la presentación de los oradores, como presidente
de la sección de Literatura del Ateneo. Una vez hechas las justificaciones
protocolarias fue desarrollándose el orden del día establecido:
-
1.- José Bergamín, “Saludo”. Donde explicó el plan de las conferencias y los recitales
programados en esas dos jornadas y donde se daba el tono colectivo del grupo.
-
2.- Dámaso Alonso, pronunció la conferencia “Altitud poética de la Literatura Española”.
-
3.- Juan Chabás,
disertó sobre “La prosa de los escritores jóvenes de España”.
-
4.- Lorca y Alberti cerraron la velada leyendo a dos voces los coros de la Primera Soledad
de Góngora.
17 de diciembre.
Gerardo Diego.
1.- Gerardo Diego, disertó
sobre “Defensa de la poesía”.
2.- Dámaso leyó el texto de un
Bergamín afónico “Los poetas nuevos”.
3.- Jorge Guillén, Gerardo Diego,
Chabás, Lorca y Alberti leyeron primeramente poemas propios. Posteriormente
recitaron versos de Salinas, Villalón, Cernuda, Collantes de Terán y Romero
Murube, casi todos presentes en la sala y cuyos poemas fueron muy celebrados.
Este recital poético venía a corroborar la ejemplificación práctica de los
principios teóricos que se expusieron en las diferentes conferencias.
18 de diciembre. Comida homenaje a los escritores invitados por el Ateneo en
la Real Venta de Antequera.
Exterior de la Venta Antequera
Este acto tuvo
bastante más concurrencia que los de los días anteriores. Hubo flamenco, el
cantaor Antúnez animó a los comensales. También se produjo una humorística
coronación a Dámaso Alonso por haber obtenido un premio en aquellos días por la
Academia Española de la Lengua.
Comida en la Venta Antequera
No faltaron el ingenio ni las ocurrencias de Federico. Y ya
en un tono académico, las palabras más serias y protocolarias del Presidente
del Ateneo, así como las del Director de la Revista Mediodía.
El Liberal deja
constancia que esa misma noche los escritores volvieron a Madrid en el tren
expreso. Pero como tantas veces ocurre con el periodismo, la noticia no se
ajusta fielmente a la realidad, porque lo cierto es que algunos de los poetas
que vinieron de Madrid se quedaron en Sevilla hasta el 22 de diciembre.
Efectivamente hay testimonios que acreditan esta permanencia.
Nos lo recuerda Dámaso Alonso en el artículo “Una generación
poética”.
Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas
Por la noche hubo una
accidentada travesía por el Guadalquivir. Era muy de noche, el Guadalquivir,
crecido, inmenso toro oscuro, empujaba la barca: la quería para sí y para el
mar. La maroma, de orilla a orilla, que nos guiaba describía ya una catenaria
tan ventruda que parecía irse a romper. Aún traíamos las risas de tierra, pero
se nos fueron rebajando, como con frío, y hacia la mitad de la corriente
sonaban a falso, a triste. Uno entre todos, Federico, no disimulaba su miedo.
También da fe de este mismo momento JRM en la dedicatoria del
ejemplar de Sombra apasionada dedicado a Federico García Lorca :
Joaquín Romero Murube con Jorge Guillen
¿Te acuerdas de la
noche que atravesamos el Guadalquivir desbordado? ¡Qué miedo! ¡Cómo chillabas
tú!
También existe constancia de que con fecha posterior al 18,
Federico García Lorca junto a Jorge Guillén y Joaquín Romero Murube acuden a la
Plaza de la Maestranza para presenciar una corrida de toros.
Y para corroborar definitivamente la subjetividad del
periódico bastan estas palabras que dejó escritas Dámaso Alonso:
Federico García Lorca
Nos habían aposentado
en las mejores habitaciones del hotel que nos pareció regio. Cuando se terminó,
digamos nuestro contrato, decidimos prolongar algunos días más nuestra estancia
en Sevilla, y fue cuando ajustamos cuentas y vimos que en aquel hotel eran solo
las alturas lo que les iba bien a nuestros menguados fondos. Abandonamos pues
las suntuosidades del principal y nos instalamos ascéticamente en la
buhardilla. Subía Federico con sus trastos y cada pocos escalones se detenía
para gritar, con voz muy fuerte, dolorida, lúgubre: “¡Así cayó Ninivé! ¡Así
cayó Babilonia!
¿Quién es el autor de
la famosa fotografía de la Generación del 27 tomada a la finalización del acto,
cerca de las 2 de la madrugada?
En realidad no se trata de una sino de tres fotografías, dos
hechas por reporteros profesionales de la prensa sevillana, Dubois y Serrano y
la tercera, de Pepín Bello. Debieron estar los tres muy juntos y hacerlas casi
en el mismo momento.
De izquierda a derecha
tenemos a: Alberti, Lorca, Chabás, Bacarisse, José María Romero Martínez,
Manuel Blasco Garzón, Guillén, Bergamín, Dámaso Alonso y Gerardo Diego. Entre las
tres fotografías apenas hay algunas leves diferencias, sobre todo, en la
perspectiva, marcada por la posición de la cámara a la hora de tomar la
instantánea. Hay varios detalles, pero el más evidente es la posición de Dámaso
Alonso, segundo por la derecha.
Foto de Dubois.
En la fotografía de Dubois, al autor de “Hijos de la ira” sólo se le ve medio cuerpo: el
poeta está situado completamente detrás de la mesa. Por su parte, en la que
toma Serrano, ya asoma una de sus piernas.
Foto de Serrano.
Por último, en la imagen que El Liberal publica sin firma, se
trata de la fotografía de Pepín Bello,
Foto de Pepín Bello
Dámaso Alonso aparece de cuerpo entero. Es decir, los
fotógrafos están "hombro con hombro" cuando inmortalizan a los
participantes en las veladas literarias del Ateneo de Sevilla.
JRM, en una carta dirigida a Juan Guerrero Ruiz, hace una
descripción muy completa de la fotografía del Ateneo que aparece en los libros
de textos y en los manuales literarios (que en realidad fue en la Sociedad
Económica de Amigos del País, en la calle Rioja, porque el salón del Ateneo
estaba ocupado con los regalos y juguetes de la Cabalgata de Reyes Magos) y
digo completa porque no solo describe a los miembros de la mesa, sino que
presta atención a curiosos detalles, como los objetos que aparece encima de la
mesa, analiza las posturas de los fotografiados y da buena cuenta de los que
estaban fuera del enmarque de la instantánea.
Mi querido amigo: como
le prometí, ahí le envío la foto del acto –de la presidencia del acto-, las dos
únicas personas que usted no conocerá en el conjunto son el Presidente del
Ateneo, el de los bigotes que está junto a Guillén, y el que está entre él y
Bacarisse, el presidente de la Sección de Literatura del Ateneo.
Están todos muy bien:
Bacarisse con actitud de reo, de no sabemos qué culpa. Guillén imperioso, pleno
y dominador como su poesía. Bergamín contrastándolo todo con lo hondo del
pecho. Dámaso entre perplejo y sabio, Gerardo fugitivo, sincero y con más
espumas entre sus manos que versos humanos. Alberti busca a Miss X por los
aires, pero del brazo de Lorca, que ve muy lejos un paisaje de sierra con
lagunas verdes y gitanos divinos; él está encima de todo y mira hacia abajo.
Chabás con los ojos hacia el Mediterráneo y un cigarro, el cigarro del
novelista.
Fíjese que también,
como Bacarisse, tienen las manos de reo Bergamín, Dámaso, Gerardo, Lorca, casi,
casi… (Esto es misterioso). Guillén no tiene manos; gesto y luz en los ojos.
Detrás de Alberti y
Lorca hay una Leda y en el fondo, en el cuadro, Carlos III degollado, Góngora
está en las manos de Alberti.
Encima de la mesa, los
trabajos leídos por Alonso y Bergamín y Chabás: hay un vaso de agua y un timbre
que Dámaso tocó, sin querer, en un momento de entusiasmo- y nada más. Detrás
–es decir, delante- todos nosotros con la alegría y el honor de tan noble y
alto vecindaje.
El escritor y periodista sevillano Antonio Burgos critica, en
uno de sus artículos, el hecho de no sacar en la fotografía a ningún poeta de
Sevilla:
Caricatura de la foto de Pepín Bello
Y estuvieron en el
estrado todos los venidos de Madrid, pero ninguno de Sevilla. La excepción eran
Blasco Garzón y José María Platero. Ya es puntería: hacer una fotografía en
Sevilla a la generación del 27 y no sacar un solo poeta de Sevilla, ni a Luis Cernuda,
ni a Rafael Porlán, ni a Joaquín Romero Murube, ni a Juan Sierra, ni a Rafael
Laffón, ni a Antonio Núñez Herrera. Hicieron la foto del 27 en Sevilla y, como
era de noche, se dejaron fuera nada menos que toda la brillante nómina
sevillana de los poetas del grupo "Mediodía".
Rafael Alberti evoca a su manera los momentos vividos durante
las veladas poéticas de los días 16 y 17 de diciembre de 1927 en “La arboleda perdida”
…aquellas veladas del
Ateneo tuvieron un éxito inusitado. Los sevillanos son estruendosos,
exagerados, hasta lo hiperbólico. El público jaleaba las difíciles décimas de
Guillén como en las plazas de toros las mejores verónicas.
Fuente monumento a la G 27
Gerardo Diego dejó su peculiar crónica publicada un año más
tarde, en 1928:
Una alegre gira de
siete amigos –“la brillante pléyade”, que había de decir un periódico local, a
la siempre despierta y admirable Sevilla, invitados amablemente por el Ateneo…
En Sevilla, a la que nombramos por méritos propios, históricos y varios, capital
de la poesía española, actuamos dos noches seguidas ante un grupo de hispánicos
amigos que soportaron nuestros alegatos –en prosa y en verso- con heroica
entereza.
Rafael Alberti también en “La arboleda perdida” escribe:
Los poetas de Mediodia en una cena surrealista.
Durante aquella breve
estancia en Sevilla, conocí a los jóvenes poetas agrupados alrededor de
Mediodía. Entusiastas, heroicos en medio de la indeferencia frívola y jaranera
de la capital andaluza. Recuerdo ahora a Collantes de Terán, a Rafael Porlán y
Merlo, a Juan Sierra, a Rafael Laffon, a Romero Murube…Todos ellos con aire de
torerillos sevillanos, de cuadrilla poética, ya lidiadores del mejor estilo de
aquel ruedo literario español, cada día más amplio y hermoso.
Jorge Guillén completa estos retratos de aquellos días en su
libro “Otros poemas” concretamente el que lleva por título “Unos amigos”:
Guillén
Unos amigos
(Diciembre de 1927)
¿Aquel momento ya es una leyenda?
Leyenda que recoge firme núcleo.
Así no se evapora, legendario
con sus claras jornadas de esperanza,
esperanza en acción y muy jovial,
sin postura de escuela o teoría,
sin presunción de juventud que
irrumpe,
redentora entre añicos,
visible el entusiasmo
diluido en la luz, en el ambiente
de fervor y amistad.
Comida G27
Un recuerdo de viaje
queda en nuestras memorias.
Nos fuimos a Sevilla.
¿Quiénes? Unos amigos
por contactos casuales,
un buen azar que resultó destino:
relaciones felices
entre quienes, aun mozos,
se descubrieron gustos, preferencias
en su raíz comunes.
¡Poesía!
Y nos fuimos al sur.
Quedó en Madrid Salinas el Humano.
Y también Aleixandre
-con soledad tan fuerte de poeta.
Y en Málaga, otros dos inolvidables.
Lorca, Pepín Bello, Rubio Sacristán, Murube y Guillén
Sevilla.
Y surgió Cernuda junto al Betis.
(Plaza del Salvador.
En voz baja me dice:
me gusta aquella imagen
“Bien, radiador, ruiseñor del invierno”)
Alberti, Rafael. Un torerillo
que fuese gran espada.
Intensamente Dámaso cordial,
y su talento se prodiga a chorros.
Bergamín el Sutil,
dueño en su laberinto. Sobra Ariadna-
Gerardo Diego en serio
se lanza de repente a una cabriola.
Es un ¡Hola! A su Lola.
Chabás –con una voz como una barba”-
sonríe siempre desde su Levante.
Y Federico.
Joaquín Romero Murube en el Alcázar.
Ah, los hospitalarios sevillanos.
Allí Joaquín Romero a la cabeza,
Gran alcaide futuro de su Alcázar.
Compañía, risueña compañía.
Vivir es necesario,
envidiar -¿para qué?- no es necesario.
Se produce un acorde
que sin atar enlaza.
Antonio Machado
Cada voz, ya distinta,
no se confunde nunca
-¿Verdad gran Antonio?- con los ecos.
La vocación ejerce su mandato.
Coincidencia dichosa:
madres hubo inspiradas,
y nacieron poetas, sí, posibles.
Todo estaría por hacer.
¿Se hizo?
Se fue haciendo, se hace.
Concluyó la excursión,
juntos ya para siempre.
En 1959 Guillén publica “El jándalo”, un libro sobre Sevilla
y Cádiz y con una doble dedicatoria, a quienes consideraba los máximos
representantes de las letras de sus respectivas ciudades: Joaquín Romero Murube
y a José María Pemán.
En 1977, a los 50 años de la celebración del acto del Ateneo
, Dámaso, ya presidente de la Real Academia de la Lengua, le escribe una carta
a José Jesús García Díaz, presidente del Ateneo en la que aparecen estas líneas:
En Sevilla además de nuestro encuentro con
Cernuda, trabamos amistad con dos poetas inolvidables, Fernando Villalón y
Joaquín Romero Murube.
La diáspora de los miembros
de la Generación
Fuente de la Generación del 27 (Detalle)
El destino, la guerra y las circunstancias de la vida se
encargaron de repartir a los componentes de esta fructífera generación por los
diferentes rincones del mundo: Alberti en Argentina, Cernuda pasa por
Inglaterra, Estados Unidos, Cuba y muere en México, Guillén, Estados Unidos,
Salinas, Puerto Rico, Altolaguirre, Cuba y México, Bergamín, Venezuela y Chile,
Chabás, Francia, Cuba y Venezuela. A otros menos afortunados ni siquiera les
quedó la oportunidad del exilio: Lorca muere asesinado en el 36, Bacarisse sólo
tenía 31 años cuando nos dejó, y con un año más de vida, 32, murió Collantes de
Terán.
Los que pemanecieron en España: Dámaso, Gerardo Diego, Lafón,
Porlán o Romero Murube tuvieron que afrontar la difícil tarea de adaptarse a
una situación que les impedía expresarse, literariamente hablando, con
libertad. A pesar de ello, con ingenio y con maestría fueron capaces de
escribir poemas atrevidos y sublimes como el “No te olvides hermano” de nuestro paisano al finalizar la guerra.
Las muertes o asesinatos de seres muy cercanos y queridos: Lorca (presente en
el lenguaje tan lorquiano: agosto, adelfas, estrellas, río…), Blas Infante, con
el que coincidió en el Centro de Estudios Andaluces, José María Romero Martínez
o su primo Manuel Murube, todos estos muertos y las de otros muchos anónimos,
víctimas de los horrores de la guerra, llevan a Joaquín a plasmar esta poesía antibelicista
que a día de hoy estaría de plena actualidad; por una parte para advertir a
aquellos que se empeñan en inútiles luchas fraternas y por otro lado, este
poema podría perfectamente ser la bandera de los que defienden la recuperación
de la memoria histórica.
No te olvides hermano, que ha
existido un agosto
en que hasta las adelfas se han tornado sangre,
y que en el claro viento las rosas de la muerte
se abrían en estampido del odio de los hombres.
No te olvides, hermano, que bajo las estrellas
los fusiles han dicho sus postreras palabras
cuando un escorzo de hombro se lleva a las manos
el hueco de las húmedas heridas.
Por las noches pasaban los carros de la muerte
colmados de un silencio de carnes y pizarras.
Conviene no olvidar los gritos del suplicio
ni el perdón desoído,
ni los juramentos, ni las maldiciones,
ni como la tierra, a veces, hablaba y se movía
y en algunos ojos
quedaban siempre turbias las estrellas.
Conviene no olvidar el terror de la huida
ni el paso por el bosque de las balas
ni la espera, la angustia, la sed, los sacrilegios
y tantos veinte años destrozados a cuchillo.
Morir en el asfalto es hacerlo a uno río.
Sin ataúdes ni banderas.
Cuando un hombre cae en plena calle
su sombra que se fuga es su última amante.
Entre los poetas del 27 se fraguaron fuertes y duraderas
amistades como la de Salinas con Guillén, la de Emilio Prados con
Altolaguirre, la de Cernuda y Villalón,
la Lorca con Alberti, pero quiero centrarme en una menos conocida pero que a
los palaciegos nos concierne bastante más, la de Lorca con Murube
La amistad de Federico con Joaquín
Retratos: Lorca y Murube
A pesar de los seis años de diferencia entre el nacimiento
del granadino y el palaciego, se fraguó entre ellos una amistad basada en una
serie de afinidades: los dos nacen en pueblos cercanos a una ciudad con encanto
universal, ambos tienen una infancia directamente en contacto con la
naturaleza, los dos sienten la atracción por las esencias de las raíces populares andaluzas, de ahí su predilección y
el acercamiento a la poesía arábigo-andaluza, Diván del Tamarit (1935) y Kasida
del olvido (1945), donde ambos escriben gacelas y kasidas. Asimismo tomaban
como maestros, por una parte a los clásicos, y por otra parte a poetas más
cercanos en el tiempo: Bécquer, Rubén Darío o Juan Ramón. Reflejaron con
fidelidad en sus obras una de las normas principales del grupo, conjugar la
tradición con la innovación. Además coinciden en las amistades compartidas
dentro del grupo, sus preferencias por Salinas, Guillén, Sánchez Mejías o Pepín
Bello. Estos vínculos comunes son los que mantienen una amistad que se inicia en
el 27 cuando se conocieron y perduran hasta la muerte de Federico.
El primer contacto que mantienen es a través de una carta
fechada en 1927. Previamente, el 18 de noviembre de 1926 Salinas escribe lo
siguiente a Lorca:
Ahora voy a pedirle un
favor. Unos muchachos de aquí, bien intencionados, hacen una revista, Mediodía.
Quieren algo de usted y yo desearía que me mandase usted pronto alguna cosa
para entregársela. Es una revista andaluza de buena trayectoria y hay que
ayudar. No me la abandone y envíeme pronto, y con ello mándeme para mi placer
personal lo que usted haga ahora. Su “programa” me interesa mucho.
Lorca responde enviándole una carta en febrero del 27 a
Romero Murube con el siguiente contenido:
Foto carta con limones
Sr. D. Joaquín Romero y
Murube
Al mismo tiempo que le
envío este poema, le mando mi felicitación por la preciosa revista “Mediodía”.
Perdone usted mi
tardanza, pero no sabía qué poema elegir.
Le agradezco en el alma
sus elogios.
¡Todo a la mayor gloria
de nuestra Andalucía!
Salude al gran Pedro Salinas
y a la redacción.
Usted mande en su
afectísimo compañero.
Federico García Lorca.
Granada.
Fue en diciembre de 1927 cuando llegarían a conocieron
personalmente. A partir de este año se inicia la amistad fraternal, que se
extendía a sus respectivas familias, una amistad que fue fortaleciéndose con el
paso del tiempo.
En 30 de marzo del
32 Lorca pronuncia una conferencia en el Ateneo de Sevilla: “Arquitectura
del Cante Jondo”. En los días que permanece en la ciudad se alojó en la casa de
JRM, soltero entonces, vive con sus padres en la calle Cardenal Spínola.
Dibujo de José Caballero de ISM
En 1934, ocurre la trágica cogida en Manzanares del amigo común Ignacio Sánchez
Mejías, hecho que conmociona la sensibilidad de los poetas. Federico escribe el
“Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías” y Joaquín en “Canción del amante andaluz” le dedica
el soneto “En la muerte de un torero”.
En 1935, Joaquín viajó a Madrid y se alojó en la casa de la familia García Lorca.
El palaciego le pidió a Federico que fuera a Sevilla a pasar la Semana Santa y
la Feria como invitado suyo.
Cuando días después Murube vuelve a Sevilla, recibe una carta
en la que Federico confirmaba su viaje a Sevilla:
Carta de Federido. 1935.
Querido Joaquín
triste y malandrín,
Director del Alcázar
y no Alcazarquivir.
El sábado por la noche
quiero partir.
Si no puedo, el domingo
y no Dominguín.
Ya te avisaré,
Ya te avisaré.
Te mando un abrazo
ancho, azul, turquí.
Federico.
En 17 de abril –miércoles santo- del 35, Lorca visita por última vez
Sevilla. Vino para vivir la semana santa y la feria. En su biografía no se
expone ningún compromiso literario que justificara su presencia en la ciudad,
expresamente vino para estar con Romero Murube y disfrutar de las fiestas de la
primavera en Sevilla. Lo que sí sabemos es que fue alojado en esta ocasión en
El Alcázar por nuestro paisano. Jorge Guillén, catedrático de Literatura
Española en la Universidad de Sevilla contaría años después como fue la primera
vez que Lorca leyó el “Llanto” en El Alcázar. Joaquín llevó un piano hasta la
arcada que hay bajo el Chorrón junto al estanque de Mercurio:
Ignacio Sánchez Mejías llora la muerte de su cuñado Joselito.
Con el poeta y sultán
del Alcázar, Joaquín Romero Murube, nos encontrábamos unos pocos amigos de
Ignacio Sánchez Mejías. Federico no comenzó la lectura hasta que llegó Claudio
Guillén, “niño en Sevilla” –dedicatoria de la canción “De las palomas oscuras”.
Hecho diminuto que pone de relieve la atención que siempre dispensaba el poeta
a la niñez. Aquella elegía, aquella tarde, aquel jardín, aquellos amigos…¡Y
allí –privilegio sin par- yo, o sea, nosotros cuatro! Federico desenvolvió y
matizó la lectura como un director de orquesta, y pareció que al acabar dejaba
la batuta con calma, tras un giro lento de resignación melancólica.
Cena-homenaje a Santiago Montoto.
En el primer día de la feria estuvo presente en el homenaje
tributado a su amigo Santiago Montoto al que acompañaron unos intelectuales
sevillanos. Ambos aparecen en una fotografía junto a Joaquín Romero Murube,
Chaves Nogales y Jorge Guillén entre otros.
El biógrafo de Lorca, Ian Gibson cuenta por aquellos días,
Joaquín, había organizado otra cena junto con otros compañeros de letras.
Federico no apareció. La justificación que le dio el granadino a su anfitrión
fue: “Perdona –se disculpó el poeta- pero esta noche me ha salido una luna en
el pecho”. Era que había conocido a un muchacho guapísimo.
Lorca/Doña Rosita la soltera
Durante su estancia en el Alcázar trabajaba en el drama “Doña
Rosita la soltera o El lenguaje de las flores” que según Marcelle Auclair fue
escrito en parte en Sevilla. Las charlas de García Lorca con la madre y las
hermanas de Joaquín, unas enamoradas hasta la locura de las flores, le fueron
de mucha utilidad para esta obra.
La imaginación del autor del “Romancero gitano” y la
capacidad para fabular era prodigiosa. Exageraba y adornaba los
acontecimientos. Con motivo del estreno de Yerma en Barcelona, pocos días
después de su estancia en Sevilla, relataba así algunos momentos:
Murube compró para mí
solo un balcón en la calle Sierpes para que yo viera pasar el Cristo Divino del
Gran Poder, un balcón que le costó cincuenta duros…
Los gitanos, que me
quieren mucho a mí, me hicieron una Semana Santa con el regalo íntimo de sus
liturgias y de sus vinos mejores.
Pusieron un altar con
diez toneles de vino y muchas rosas de papel y candelas encendidas con los
retratos de Joselito y Sánchez Mejías, y yo leí ante él por primera vez mi
elegía por la muerte de Ignacio.
Tan tremendo con las
últimas banderillas de tinieblas…
Después bailaron
descalzos... y no dejaron entrar ni a mis mejores amigos.
El único “che” que
estaba allí era yo.
Aquella noche dormí en
casa de la Malena, que me guardaba una hermosa cama grande, blanca…blanca, con
un suave aroma de manzanas.
La dedicatoria que Lorca dedica a Murube en el ejemplar de
“Romancero gitano” habla por sí sola:
Para Joaquín con el
cariño más grande de su compadre y hermano Federico. Granada 1935.
Lorca leyendo.
También ese mismo año (2 de junio) en una carta que Joaquín
envía a Federico se queja de la tardanza en enviarle los ejemplares del
“Llanto” que hacía bastante tiempo le prometió. El tono en que está escrita
refleja el poso de una amistad consolidada y la confianza existente entre los dos:
Querido Federico. Eres
un perfecto sinvergüenza: aún no has mandado los libros de Ignacio: aún no
sabemos si has llegado a Madrid: aún está mi madre disgustada porque no has
puesto unas letras diciendo que has llegado. Yo sigo haciendo la vaca cada día
mejor. Da un abrazo a Pepe Caballero, otro a Neruda y otro lleno de gritos y
ruidos a Cotapo, tan fugaz en mi recuerdo. No termino sin llamarte otra vez
sinvergüenza. Un abrazo. Joaquín.
Joaquín leyendo
Pero el envío de los libros no se hizo esperar. Diez días
después (12 de junio) le agradecía el envío a García Lorca en los siguientes
términos:
Querido Federico: Eres
una persona decente: ya hemos recibido los libros y quedan retirados los
terribles calificativos que te hemos dirigido en cartas y telegramas.
Los libros eran para: Guillén, Graciani, Pepín Bello y
Santiago Montoto. Lorca mandó confeccionar expresamente un ejemplar del Llanto para
Joaquín Romero. Para este ejemplar, le encargó unos dibujos a José Caballero.
El poeta palaciego siempre lo ha considerado como una de las joyas más
apreciadas de su biblioteca.
La Fuente
Grande (Víznar)
Siempre se sintió orgulloso de su amistad con García Lorca.
En una entrevista que le hacen en el 69, poco antes de su muerte manifestó:
Tuvimos la gran suerte
de convivir con aquel altísimo poeta en muchas albas, en muchos gritos, en
muchos patinillos de Sevilla.
Cuando en agosto del 36, matan a Federico García Lorca,
Romero Murube va a Granada e intenta averiguar las causas por las que lo
asesinaron. Según palabras del propio Joaquín, encontró un ambiente muy hostil.
Públicamente no habló ni escribió sobre este asunto. Lo que
sí hizo fue publicar en plena guerra
civil un libro titulado “Siete
romances”. De forma muy arriesgada, y con una atrevida dedicatoria
encubierta se lo dedica a su amigo: “A
ti, en Vizna, cerca de la fuente grande, hecho ya tierra y rumor de agua eterna
y oculta”.
Dibujo de José Caballero para Joaquín Romero Murube
Siempre se sintió orgulloso de su amistad con García Lorca.
En una entrevista que le hacen en el 69, pocos días antes de su muerte
manifestó:
Tuvimos la gran suerte
de convivir con aquel altísimo poeta en muchas albas, en muchos gritos, en
muchos patinillos de Sevilla.
Federico García Lorca y Joaquín Romero Murube en un balcón.
Foto Pepín Bello conmigo.
Para nosotros ha sido un placer recopilar estos documentos y
testimonios de los componentes de la Generación del 27, con motivo de los 90
años de la celebración de los actos de Sevilla, y compartirlos con todos vosotros.
14 de
diciembre de 2017.
Encargo de Lorca a Caballero
las aclaraciones del
encargo de los dibujos, cartas autógrafas del dibujante y de Lorca, una
invitación a la cena homenaje a Vicente Aleixandre en Madrid, con dedicatorias
de los compañeros de mesa: Alberti, Neruda,… un dibujo retrato de Lorca de José
Caballero para Murube,
Dedicatorias de Federico y Caballero
destaca particularmente la dedicatoria fraternal y elogiosa
del granadino. y en la
portadilla, un dibujo lorquiano con un poemita dedicado a Joaquín.
Los textos leídos y las imágenes que hoy aquí se han
proyectado, me parece que son los mejores documentos que avalan la importancia literaria
de la presencia y de la participación de nuestro paisano Joaquín Romero Murube,
en un momento trascendental e histórico de la literatura española. Los
palaciegos debemos ser plenamente conscientes de la repercusión de estos
acontecimientos y valorarlos en su justa medida.
Terminamos recordando las palabras dirigidas al palaciego por
dos poetas de esta Generación del 27: por una parte el premio nobel de literatura
Vicente Aleixandre escribió de Romero Murube, que sin lugar a dudas, era el
mejor prosista de la Generación del 27. Por otro lado, como podéis leer en la
parte de arriba de esta imagen, la dedicatoria de Federico García Lorca, en las
que cataloga a su queridísimo amigo como
“la honra y el espejo de Sevilla”.
Foto Pepín Bello conmigo.
Para nosotros ha sido un placer recopilar estos documentos y
testimonios de los componentes de la Generación del 27, con motivo de los 90
años de la celebración de los actos de Sevilla, y compartirlos con todos vosotros.
14 de
diciembre de 2017.
Conferencia leída en la Peña Cultural y
Comercial “La Unión” (El Casino) de Los Palacios y
Villafranca el 14 de diciembre de 2017.
Me gustaria ponerme en contacto con usted para que viera una foto que puede ser de esa época.
ResponderEliminarclaudiomaestre@gmail.com
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