domingo, 17 de diciembre de 2017

LA GENERACIÓN DEL 27 Y JOAQUÍN ROMERO MURUBE



             LA GENERACIÓN DEL 27 Y JOAQUÍN ROMERO MURUBE
(Por Claudio Maestre Moreno)



      Murube, Guillén, Lorca, Rubio Sacristán y Pepín Bello  

En la España literaria de 1927 se celebraron dos conmemoraciones muy especiales: por una parte, el cuarto centenario del nacimiento de Fray Luis de León y por otra, el tercer centenario de la muerte de poeta cordobés Luis de Góngora y Argote,  
       Luis de Góngora.  
     Creador del culteranismo o del gongorismo. De la primera conmemoración poco ha trascendido a nuestros días. Lo que sí ha tenido enorme relevancia han sido los actos organizados en Sevilla para celebrar el segundo acontecimiento y del que ahora vamos a dar debida cuenta.
Para empezar vamos a hacerlo con una cita de nuestro paisano Joaquín Romero Murube. En su libro “Los cielos que perdimos” escribía:

   Foto Ateneo de Pepín Bello. 

En el salón de actos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, ahí en la calle Rioja, tuvo lugar el mitin poético más trascendental que se ha dado y que se dará por mucho tiempo en España. Allí nos reunimos cierta tarde para leer nuestros versos: Jorge Guillén, Fernando Villalón, Rafael Alberti, Alejandro Collantes de Terán, Rafael Porlán, Juan Sierra, Mauricio Bacarisse, Adriano del Valle, Luis Cernuda, Rafael Lafón, Federico García Lorca, Gerardo Diego, Joaquín Romero Murube, Dámaso Alonso… Juan Chabás leyó unas prosas. Pepe Bergamín le compró una guitarra a su novia de entonces, Rosario Arniches, e Ignacio Sánchez Mejías invitó a visitar el Manicomio de Miraflores a las tres de la madrugada. Aquel mitin poético duró cerca de cuatro horas. No creo que nunca se pueda lograr una conjunción más amplia y valiosa de poetas en Sevilla.
Con motivo de estos actos celebrados para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora en 1927, Sevilla, se convirtió en el gran referente de la poesía española. Ya unos años antes y a propuesta de otro poeta, el andaluz universal y premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez, la capital de Andalucía fue declarada la capital por excelencia de la poesía.

¿Quiénes fueron los verdaderos impulsores de los actos del Ateneo de Sevilla?

Anagrama del Ateneo

Consideramos que hay tres motores fundamentales en la organización y desarrollo de estos importantísimos actos:
  Fachada del Ateneo.
     
El Ateneo de Sevilla, en primer lugar, puesto que corrió con los gastos (2.267,60 pesetas, un auténtico dispendio para la época) con su presidente Manuel Blasco Garzón (abogado, presidente del Sevilla, ministro de justicia y escritor) y con la colaboración de dos consejeros excepcionales, el médico y escritor José María Romero Martínez y el profesor de la Universidad de Sevilla, Pedro Salinas.

Ignacio Sánchez Mejías


En segundo lugar, el torero Ignacio Sánchez Mejías. Un personaje extraordinariamente polifacético; fue también actor de cine, jugador de polo, automovilista, escritor de obras de teatro y presidente del Real Betis Balompié.
Tras la muerte trágica de Ignacio, la que inspiro el famosísimo poema de Federico García Lorca “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, aquel que daba comienzo con los versos:
                                       A las cinco de la tarde.
                                  Eran las cinco en punto de la tarde…
Sánchez Mejías quedó inmortalizado por esta elegía, no solo en los tratados de tauromaquia,  sino también en los manuales de la literatura.
El torero sevillano (1891-1934) fue el eslabón que uniría a los poetas establecidos en Madrid con los poetas sevillanos de Mediodía y con el Ateneo hispalense. También se encargó de agasajar a los invitados en su finca de Pino Montano y como buen anfitrión, mostrarles la ciudad.


Revista Mediodía nº 4.

Y por último, los jóvenes sevillanos integrantes de la Revista Mediodía.
En el primer tercio del siglo XX, bajo el impulso de los movimientos literarios de vanguardia, con los denominados ismos, van surgiendo en España una serie de revistas literarias, mayormente en Andalucía: Mediodía en Sevilla y Litoral en Málaga (ambas en el año 1926),  

 Revistas del 27
Papel de Aleluyas nació en Huelva y luego siguió en Sevilla (1927), Gallo en Granada (1928), Meridiano en Huelva (1929); también el mismo fenómeno se produce en Castilla: La Gaceta Literaria, Madrid y Parábolas en Burgos (1926), Manantial en Segovia (1928), Meseta en Valladolid y Nueva Revista, Madrid (ambas empezaron en 1929).

      Revista Mediodía.

Comprobamos como Mediodía fue una revista precursora y en la que participaron con sus escritos la mayoría de los autores de la denominada Generación del 27. En la actualidad todos reconocemos de qué se habla cuando aludimos a la Generación del 27, pero en su día,  esta generación fue denominada de muy variadas maneras: Nietos del 98, Generación del 25, también la llamaron el Segundo Siglo de Oro y los más desafortunados, aquellos que la citaban como la Generación de la Dictadura, porque evidentemente para la instauración de la dictadura franquista aún faltaban más de diez años. Los mismos poetas del 27, en varias ocasiones se pronunciaron sobre esta cuestión y varios de ellos se pronunciaron considerando como lo más adecuado para  llamarles, Grupo del 27.


       Cena con barbas.


Los componentes de Mediodía tenían varios sitios donde se reunían, el más frecuente era en el Café Nacional. Solían verse cada primer sábado de mes en unas alocadas cenas surrealistas para homenajear a determinadas celebridades en un ambiente juvenil y festivo. Se tienen constancias de las cenas dedicadas a Gerardo Diego, a Jorge Guillén, a Romero Murube, a Pablo Sebastián, a Eduardo Llosent o a la actriz Pola Ilery.
JRM pronto levanta las suspicacias de sus compañeros, lo cual indica el estatus de privilegio que gozaba en la revista. Cernuda escribía con recelo que Romero Murube era el que lo conducía todo en Mediodía y Fernando Villalón decía: “Joaquinito Romero se ha creído que es el Víctor Hugo del barrio de San Lorenzo”.


La revista Mediodía tuvo tres etapas:
  
                              -     Desde junio del año 1926 hasta febrero de 1929 (14 entregas)
-        En 1933, aparecen los números 15 y 16.

-        En 1939, salen los números 17, 18 y 19.
El organigrama de la publicación era:
Director: Eduardo Llosent Marañón.
Administrador: Alejandro Collantes de Terán.
Redactor Jefe: Joaquín Romero Murube.
Secretario: Rafael Porlán.

Joaquín Romero Murube y Collantes.

Además también fueron socios fundadores de la revista: Rafael Laffón, Juan Sierra, Fernando Labrador y Pablo Sebastián.
Según testimonio de Juan Sierra, los que verdaderamente confeccionaban la publicación, eran Rafael Porlán y JRM.
Los integrantes de Mediodía, como llegara a escribir nuestro paisano formaban un grupo:
 “alegre, sincero, con la inconsciencia propia de los veintipocos años, pero centrado y amado de los dioses”

En todos se apreciaba un denominador común, sentían los jóvenes poetas andaluces una veneración desbordante por la poesía del ya consagrado y maduro Juan Ramón Jiménez y también tenían como norma en sus escritos combinar la poesía tradicional española con las corrientes más vanguardistas del momento. El premio Nobel de Huelva había pedido en reiteradas ocasiones que se declarara a Sevilla como la capital poética de España (basaba su petición en la proliferación en la historia de la literatura de grandes poetas sevillanos: Medrano, Rioja, Fernando de Herrera, Bécquer, Machado…)


       Pedro Salinas.

Otra influencia destacada en la revista es la figura de Pedro Salinas (ocupó la cátedra de literatura Española de la Universidad de Sevilla a partir de 1918. En torno al escritor Pedro Salinas, se agrupan una serie de jóvenes universitarios (Joaquín R. M., Higinio Capote, González Requena, Miguel Romero Martínez, Luis Cernuda…) con inquietudes literarias para comentar textos clásicos: desde Garcilaso y Fray Luis de León hasta los franceses Baudelaire, Mallarmé o Rimbaud.

Miguel Cruz Giráldez en “La contribución de Sevilla a la Generación del 27” expone los motivos por los que justifica la inclusión de los poetas de Mediodía en la Generación del 27.

Escritores como Rafael Laffón, Juan Sierra, Joaquín Romero Murube o Rafael Porlán deben ser así considerados como parte integrante de esa generación, a la que pertenecen tanto por cronología como por la intención y procedimientos de sus obras.

Giráldez sigue valorando la aportación de este grupo cuando escribe:

     Integrantes de la revista Mediodía

Los escritores de esta segunda pero importante fila del 27 contribuyen también decisivamente a configurar “el conjunto de esa gran manifestación de la lírica de la España del segundo Siglo de Oro”.


       Real Academia.

En Madrid, mayo del 27, tuvo lugar un anticipo escatológico a la famosísima e inmortalizada reunión de Sevilla; los jóvenes del homenaje llevaron a cabo una meada colectiva en las paredes de la Real Academia Española de la Lengua. Lo cuenta en una revista literaria de la época Gerardo Diego:

 “…una descripción inefable y divertida sobre esa concreta catarata urinaria”.


    Dámaso Alonso

Hubo «juegos de agua» contra los muros de la Real Academia (uno de los más largos fue —paradojas de la vida— el de Dámaso Alonso, que pasado el tiempo se convirtió en el Director de la casa que limpia, fija y da esplendor a nuestra lengua.

Para tener una información de primera mano de cuanto ocurrió en diciembre del 27 en el Ateneo sevillano basta con recurrir a las numerosas reseñas aparecidas en los tres diarios que en aquellos años se publicaban en Sevilla: El Correo de Andalucía, El Liberal y El Noticiero Sevillano. En la prensa podemos leer:

Ignacio Sáchez Mejías e integrantes de la Generación del 27

El 15 de diciembre llegaron los poetas procedentes de Madrid (Bergamín, Dámaso, Alberti, Gerardo Diego, Jorge Guillén, Juan Chabás e Ignacio Sánchez Mejías) les esperaba un grupo de intelectuales sevillanos entre los que se encontraban Romero Murube y Collantes de Terán.

Ese mismo día en el que llegan a Sevilla, nos relata Jorge Guillén lo que hicieron:

Fuimos en autos al Manicomio, fuera de Sevilla, a visitar al presidente de la sección de Literatura del Ateneo, médico de guardia en el Manicomio. (…) Y después, a eso de la una, nos trasladamos a casa de Sánchez Mejías –nuestro patrón- . Pino Montano: finca en el campo. Gran villa de torero. ¡Fantástico! Oímos al Niño Huelva, el mejor tocador de guitarra, de veras estupendo. Se bebía champán. Dámaso cantó en inglés. A todo esto, recitaciones de Alberti, Federico y Gerardo. Yo me resistí. A las cuatro o a las cinco fueron a buscar a Sevilla a un cantador, el Niño de Jerez (Manuel Torres). Total: a las seis entrábamos en Sevilla.

Entre los numerosos y variados artículos dedicados a los actos organizados por el Ateneo entresacamos:


       Foto de Andrés Bello en el Ateneo.

Los actos dieron comienzo el día 16. El estrado del acto lo ocupaban Manuel Blasco Garzón, José María Romero Martínez, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Juan Chabás, Dámaso Alonso y José Bergamín.

Entre la selecta concurrencia de los intelectuales, artistas y literatos se encontraban: Amantina Cobos, José Villalobos, Luis Cernuda, Alejandro Collantes de Terán, Joaquín Romero Murube, Gustavo Bacarisas, Fernando Labrador, Eduardo Llosent, Muñoz San Román, Molleja, Laffón, Sánchez Mejías, Fernando Villalón, Pepín Bello, Majó, Núñez de Herrrera, Mauricio Bacarisse, Tamayo y otros.

Pero vamos a centrarnos en la cronología y en el detallado contenido que ofertaban los actos programados por el Ateneo:



    Blasco Garzón

16 de diciembre. A las nueve y media Inauguración del curso de la sección de Literatura del Ateneo hispalense. Abrió la sesión el Presidente del Ateneo sevillano, Manuel Blasco Garzón, con elocuentes palabras, dando la bienvenida a la brillante pléyade de jóvenes poetas y señalando la importancia y la trascendencia para la poesía del acto que iban a celebrar. Resaltó en la conmemoración del tercer centenario de la muerte de Góngora, la oportunidad para traer al ambiente intelectual sevillano las nuevas manifestaciones y tendencias de la poesía española. También Intervino José María Romero Martínez en la presentación de los oradores, como presidente de la sección de Literatura del Ateneo. Una vez hechas las justificaciones protocolarias fue desarrollándose el orden del día establecido:
-        1.- José Bergamín, “Saludo”. Donde explicó el plan de las conferencias y los recitales programados en esas dos jornadas y donde se daba el tono colectivo del grupo.
-        2.- Dámaso Alonso, pronunció la conferencia “Altitud poética de la Literatura Española”.
-        3.- Juan Chabás, disertó sobre “La prosa de los escritores jóvenes de España”.
-        4.- Lorca y Alberti cerraron la velada leyendo a dos voces los coros de la Primera Soledad de Góngora.


17 de diciembre.

Gerardo Diego.

1.- Gerardo Diego, disertó sobre “Defensa de la poesía”.
2.- Dámaso leyó el texto de un Bergamín afónico “Los poetas nuevos”.
3.- Jorge Guillén, Gerardo Diego, Chabás, Lorca y Alberti leyeron primeramente poemas propios. Posteriormente recitaron versos de Salinas, Villalón, Cernuda, Collantes de Terán y Romero Murube, casi todos presentes en la sala y cuyos poemas fueron muy celebrados. Este recital poético venía a corroborar la ejemplificación práctica de los principios teóricos que se expusieron en las diferentes conferencias.

18 de diciembre. Comida homenaje a los escritores invitados por el Ateneo en la Real Venta de Antequera.



Exterior de la Venta Antequera
 
 Este acto tuvo bastante más concurrencia que los de los días anteriores. Hubo flamenco, el cantaor Antúnez animó a los comensales. También se produjo una humorística coronación a Dámaso Alonso por haber obtenido un premio en aquellos días por la Academia Española de la Lengua.

      Comida en la Venta Antequera
 
No faltaron el ingenio ni las ocurrencias de Federico. Y ya en un tono académico, las palabras más serias y protocolarias del Presidente del Ateneo, así como las del Director de la Revista Mediodía.
 El Liberal deja constancia que esa misma noche los escritores volvieron a Madrid en el tren expreso. Pero como tantas veces ocurre con el periodismo, la noticia no se ajusta fielmente a la realidad, porque lo cierto es que algunos de los poetas que vinieron de Madrid se quedaron en Sevilla hasta el 22 de diciembre. Efectivamente hay testimonios que acreditan esta permanencia. 
Nos lo recuerda Dámaso Alonso en el artículo “Una generación poética”.

 Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas

Por la noche hubo una accidentada travesía por el Guadalquivir. Era muy de noche, el Guadalquivir, crecido, inmenso toro oscuro, empujaba la barca: la quería para sí y para el mar. La maroma, de orilla a orilla, que nos guiaba describía ya una catenaria tan ventruda que parecía irse a romper. Aún traíamos las risas de tierra, pero se nos fueron rebajando, como con frío, y hacia la mitad de la corriente sonaban a falso, a triste. Uno entre todos, Federico, no disimulaba su miedo.
También da fe de este mismo momento JRM en la dedicatoria del ejemplar de Sombra apasionada dedicado a Federico García Lorca :

 
Joaquín Romero Murube  con Jorge Guillen


¿Te acuerdas de la noche que atravesamos el Guadalquivir desbordado? ¡Qué miedo! ¡Cómo chillabas tú!
También existe constancia de que con fecha posterior al 18, Federico García Lorca junto a Jorge Guillén y Joaquín Romero Murube acuden a la Plaza de la Maestranza para presenciar una corrida de toros.
Y para corroborar definitivamente la subjetividad del periódico bastan estas palabras que dejó escritas Dámaso Alonso:

 
 Federico García Lorca

Nos habían aposentado en las mejores habitaciones del hotel que nos pareció regio. Cuando se terminó, digamos nuestro contrato, decidimos prolongar algunos días más nuestra estancia en Sevilla, y fue cuando ajustamos cuentas y vimos que en aquel hotel eran solo las alturas lo que les iba bien a nuestros menguados fondos. Abandonamos pues las suntuosidades del principal y nos instalamos ascéticamente en la buhardilla. Subía Federico con sus trastos y cada pocos escalones se detenía para gritar, con voz muy fuerte, dolorida, lúgubre: “¡Así cayó Ninivé! ¡Así cayó Babilonia!

¿Quién es el autor de la famosa fotografía de la Generación del 27 tomada a la finalización del acto, cerca de las 2 de la madrugada?
En realidad no se trata de una sino de tres fotografías, dos hechas por reporteros profesionales de la prensa sevillana, Dubois y Serrano y la tercera, de Pepín Bello. Debieron estar los tres muy juntos y hacerlas casi en el mismo momento.




 De izquierda a derecha tenemos a: Alberti, Lorca, Chabás, Bacarisse, José María Romero Martínez, Manuel Blasco Garzón, Guillén, Bergamín, Dámaso Alonso y Gerardo Diego. Entre las tres fotografías apenas hay algunas leves diferencias, sobre todo, en la perspectiva, marcada por la posición de la cámara a la hora de tomar la instantánea. Hay varios detalles, pero el más evidente es la posición de Dámaso Alonso, segundo por la derecha. 


Foto de Dubois.

En la fotografía de Dubois, al autor de “Hijos de la ira” sólo se le ve medio cuerpo: el poeta está situado completamente detrás de la mesa. Por su parte, en la que toma Serrano, ya asoma una de sus piernas. 

 Foto de Serrano. 

 Por último, en la imagen que El Liberal publica sin firma, se trata de la fotografía de Pepín Bello,


  Foto de Pepín Bello

Dámaso Alonso aparece de cuerpo entero. Es decir, los fotógrafos están "hombro con hombro" cuando inmortalizan a los participantes en las veladas literarias del Ateneo de Sevilla.
JRM, en una carta dirigida a Juan Guerrero Ruiz, hace una descripción muy completa de la fotografía del Ateneo que aparece en los libros de textos y en los manuales literarios (que en realidad fue en la Sociedad Económica de Amigos del País, en la calle Rioja, porque el salón del Ateneo estaba ocupado con los regalos y juguetes de la Cabalgata de Reyes Magos) y digo completa porque no solo describe a los miembros de la mesa, sino que presta atención a curiosos detalles, como los objetos que aparece encima de la mesa, analiza las posturas de los fotografiados y da buena cuenta de los que estaban fuera del enmarque de la instantánea.

Mi querido amigo: como le prometí, ahí le envío la foto del acto –de la presidencia del acto-, las dos únicas personas que usted no conocerá en el conjunto son el Presidente del Ateneo, el de los bigotes que está junto a Guillén, y el que está entre él y Bacarisse, el presidente de la Sección de Literatura del Ateneo.
Están todos muy bien: Bacarisse con actitud de reo, de no sabemos qué culpa. Guillén imperioso, pleno y dominador como su poesía. Bergamín contrastándolo todo con lo hondo del pecho. Dámaso entre perplejo y sabio, Gerardo fugitivo, sincero y con más espumas entre sus manos que versos humanos. Alberti busca a Miss X por los aires, pero del brazo de Lorca, que ve muy lejos un paisaje de sierra con lagunas verdes y gitanos divinos; él está encima de todo y mira hacia abajo. Chabás con los ojos hacia el Mediterráneo y un cigarro, el cigarro del novelista.
Fíjese que también, como Bacarisse, tienen las manos de reo Bergamín, Dámaso, Gerardo, Lorca, casi, casi… (Esto es misterioso). Guillén no tiene manos; gesto y luz en los ojos.
Detrás de Alberti y Lorca hay una Leda y en el fondo, en el cuadro, Carlos III degollado, Góngora está en las manos de Alberti.
Encima de la mesa, los trabajos leídos por Alonso y Bergamín y Chabás: hay un vaso de agua y un timbre que Dámaso tocó, sin querer, en un momento de entusiasmo- y nada más. Detrás –es decir, delante- todos nosotros con la alegría y el honor de tan noble y alto vecindaje.

El escritor y periodista sevillano Antonio Burgos critica, en uno de sus artículos, el hecho de no sacar en la fotografía a ningún poeta de Sevilla:

Caricatura de la foto de Pepín Bello

Y estuvieron en el estrado todos los venidos de Madrid, pero ninguno de Sevilla. La excepción eran Blasco Garzón y José María Platero. Ya es puntería: hacer una fotografía en Sevilla a la generación del 27 y no sacar un solo poeta de Sevilla, ni a Luis Cernuda, ni a Rafael Porlán, ni a Joaquín Romero Murube, ni a Juan Sierra, ni a Rafael Laffón, ni a Antonio Núñez Herrera. Hicieron la foto del 27 en Sevilla y, como era de noche, se dejaron fuera nada menos que toda la brillante nómina sevillana de los poetas del grupo "Mediodía".
   Rafael Alberti evoca a su manera los momentos vividos durante las veladas poéticas de los días 16 y 17 de diciembre de 1927 en “La arboleda perdida”
…aquellas veladas del Ateneo tuvieron un éxito inusitado. Los sevillanos son estruendosos, exagerados, hasta lo hiperbólico. El público jaleaba las difíciles décimas de Guillén como en las plazas de toros las mejores verónicas.

 Fuente monumento a la G 27

Gerardo Diego dejó su peculiar crónica publicada un año más tarde, en 1928:
Una alegre gira de siete amigos –“la brillante pléyade”, que había de decir un periódico local, a la siempre despierta y admirable Sevilla, invitados amablemente por el Ateneo… En Sevilla, a la que nombramos por méritos propios, históricos y varios, capital de la poesía española, actuamos dos noches seguidas ante un grupo de hispánicos amigos que soportaron nuestros alegatos –en prosa y en verso- con heroica entereza.
Rafael Alberti también en “La arboleda perdida” escribe:

Los poetas de Mediodia en una cena surrealista.

Durante aquella breve estancia en Sevilla, conocí a los jóvenes poetas agrupados alrededor de Mediodía. Entusiastas, heroicos en medio de la indeferencia frívola y jaranera de la capital andaluza. Recuerdo ahora a Collantes de Terán, a Rafael Porlán y Merlo, a Juan Sierra, a Rafael Laffon, a Romero Murube…Todos ellos con aire de torerillos sevillanos, de cuadrilla poética, ya lidiadores del mejor estilo de aquel ruedo literario español, cada día más amplio y hermoso.
Jorge Guillén completa estos retratos de aquellos días en su libro “Otros poemas” concretamente el que lleva por título “Unos amigos”:

     Guillén

Unos amigos
             (Diciembre de 1927)
¿Aquel momento ya es una leyenda?
Leyenda que recoge firme núcleo.
Así no se evapora, legendario
con sus claras jornadas de esperanza,
esperanza en acción y muy jovial,
sin postura de escuela o teoría,
 sin presunción de juventud que irrumpe,
redentora entre añicos,
visible el entusiasmo
diluido en la luz, en el ambiente
de fervor y amistad.


      Comida G27

Un recuerdo de viaje
queda en nuestras memorias.
Nos fuimos a Sevilla.
¿Quiénes? Unos amigos
por contactos casuales,
un buen azar que resultó destino:
relaciones felices
entre quienes, aun mozos,
se descubrieron gustos, preferencias
en su raíz comunes.
                ¡Poesía!

Y nos fuimos al sur.
Quedó en Madrid Salinas el Humano.
Y también Aleixandre
-con soledad tan fuerte de poeta.
Y en Málaga, otros dos inolvidables.



 Lorca, Pepín Bello,  Rubio Sacristán, Murube y Guillén

Sevilla.
Y surgió Cernuda junto al Betis.
(Plaza del Salvador.
En voz baja me dice:
me gusta aquella imagen
“Bien, radiador, ruiseñor del invierno”)
Alberti, Rafael. Un torerillo
que fuese gran espada.
Intensamente Dámaso cordial,
y su talento se prodiga a chorros.
Bergamín el Sutil,
dueño en su laberinto. Sobra Ariadna-
Gerardo Diego en serio
se lanza de repente a una cabriola.
Es un ¡Hola! A su Lola.
Chabás –con una voz como una barba”-
sonríe siempre desde su Levante.
Y Federico.


Joaquín Romero Murube en el Alcázar.

Ah, los hospitalarios sevillanos.
Allí Joaquín Romero a la cabeza,
Gran alcaide futuro de su Alcázar.

Compañía, risueña compañía.
Vivir es necesario,
envidiar -¿para qué?- no es necesario.
Se produce un acorde
que sin atar enlaza.


        Antonio Machado

Cada voz, ya distinta,
no se confunde nunca
-¿Verdad gran Antonio?- con los ecos.
La vocación ejerce su mandato.
Coincidencia dichosa:
madres hubo inspiradas,
y nacieron poetas, sí, posibles.
Todo estaría por hacer.
          ¿Se hizo?
Se fue haciendo, se hace.

Concluyó la excursión,
juntos ya para siempre.

En 1959 Guillén publica “El jándalo”, un libro sobre Sevilla y Cádiz y con una doble dedicatoria, a quienes consideraba los máximos representantes de las letras de sus respectivas ciudades: Joaquín Romero Murube y a José María Pemán.
En 1977, a los 50 años de la celebración del acto del Ateneo , Dámaso, ya presidente de la Real Academia de la Lengua, le escribe una carta a José Jesús García Díaz, presidente del Ateneo en la que aparecen estas líneas:
  En Sevilla además de nuestro encuentro con Cernuda, trabamos amistad con dos poetas inolvidables, Fernando Villalón y Joaquín Romero Murube.

La diáspora de los miembros de la Generación

 
Fuente de la Generación del 27 (Detalle)

El destino, la guerra y las circunstancias de la vida se encargaron de repartir a los componentes de esta fructífera generación por los diferentes rincones del mundo: Alberti en Argentina, Cernuda pasa por Inglaterra, Estados Unidos, Cuba y muere en México, Guillén, Estados Unidos, Salinas, Puerto Rico, Altolaguirre, Cuba y México, Bergamín, Venezuela y Chile, Chabás, Francia, Cuba y Venezuela. A otros menos afortunados ni siquiera les quedó la oportunidad del exilio: Lorca muere asesinado en el 36, Bacarisse sólo tenía 31 años cuando nos dejó, y con un año más de vida, 32, murió Collantes de Terán.
Los que pemanecieron en España: Dámaso, Gerardo Diego, Lafón, Porlán o Romero Murube tuvieron que afrontar la difícil tarea de adaptarse a una situación que les impedía expresarse, literariamente hablando, con libertad. A pesar de ello, con ingenio y con maestría fueron capaces de escribir poemas atrevidos y sublimes como el “No te olvides hermano” de nuestro paisano al finalizar la guerra. Las muertes o asesinatos de seres muy cercanos y queridos: Lorca (presente en el lenguaje tan lorquiano: agosto, adelfas, estrellas, río…), Blas Infante, con el que coincidió en el Centro de Estudios Andaluces, José María Romero Martínez o su primo Manuel Murube, todos estos muertos y las de otros muchos anónimos, víctimas de los horrores de la guerra, llevan a Joaquín a plasmar esta poesía antibelicista que a día de hoy estaría de plena actualidad; por una parte para advertir a aquellos que se empeñan en inútiles luchas fraternas y por otro lado, este poema podría perfectamente ser la bandera de los que defienden la recuperación de la memoria histórica.


 

 No te olvides hermano, que ha existido un agosto
en que hasta las adelfas se han tornado sangre,
y que en el claro viento las rosas de la muerte
se abrían en estampido del odio de los hombres.

No te olvides, hermano, que bajo las estrellas
los fusiles han dicho sus postreras palabras
cuando un escorzo de hombro se lleva a las manos
el hueco de las húmedas heridas.
Por las noches pasaban los carros de la muerte
colmados de un silencio de carnes y pizarras.


    

Conviene no olvidar los gritos del suplicio
ni el perdón desoído,
ni los juramentos, ni las maldiciones,
ni como la tierra, a veces, hablaba y se movía
y en algunos ojos
quedaban siempre turbias las estrellas.


      

Conviene no olvidar el terror de la huida
ni el paso por el bosque de las balas
ni la espera, la angustia, la sed, los sacrilegios
y tantos veinte años destrozados a cuchillo.
Morir en el asfalto es hacerlo a uno río.
Sin ataúdes ni banderas.
Cuando un hombre cae en plena calle
su sombra que se fuga es su última amante.

Entre los poetas del 27 se fraguaron fuertes y duraderas amistades como la de Salinas con Guillén, la de Emilio Prados con Altolaguirre,  la de Cernuda y Villalón, la Lorca con Alberti, pero quiero centrarme en una menos conocida pero que a los palaciegos nos concierne bastante más, la de Lorca con Murube
                                  

 La amistad de Federico con Joaquín



Retratos: Lorca y Murube

A pesar de los seis años de diferencia entre el nacimiento del granadino y el palaciego, se fraguó entre ellos una amistad basada en una serie de afinidades: los dos nacen en pueblos cercanos a una ciudad con encanto universal, ambos tienen una infancia directamente en contacto con la naturaleza, los dos sienten la atracción por las esencias de las raíces  populares andaluzas, de ahí su predilección y el acercamiento a la poesía arábigo-andaluza, Diván del Tamarit (1935) y Kasida del olvido (1945), donde ambos escriben gacelas y kasidas. Asimismo tomaban como maestros, por una parte a los clásicos, y por otra parte a poetas más cercanos en el tiempo: Bécquer, Rubén Darío o Juan Ramón. Reflejaron con fidelidad en sus obras una de las normas principales del grupo, conjugar la tradición con la innovación. Además coinciden en las amistades compartidas dentro del grupo, sus preferencias por Salinas, Guillén, Sánchez Mejías o Pepín Bello. Estos vínculos comunes son los que mantienen una amistad que se inicia en el 27 cuando se conocieron y perduran hasta la muerte de Federico.
El primer contacto que mantienen es a través de una carta fechada en 1927. Previamente, el 18 de noviembre de 1926 Salinas escribe lo siguiente a Lorca:
Ahora voy a pedirle un favor. Unos muchachos de aquí, bien intencionados, hacen una revista, Mediodía. Quieren algo de usted y yo desearía que me mandase usted pronto alguna cosa para entregársela. Es una revista andaluza de buena trayectoria y hay que ayudar. No me la abandone y envíeme pronto, y con ello mándeme para mi placer personal lo que usted haga ahora. Su “programa” me interesa mucho.
Lorca responde enviándole una carta en febrero del 27 a Romero Murube con el siguiente contenido:


 Foto carta con limones

Sr. D. Joaquín Romero y Murube
Al mismo tiempo que le envío este poema, le mando mi felicitación por la preciosa revista “Mediodía”.
Perdone usted mi tardanza, pero no sabía qué poema elegir.
Le agradezco en el alma sus elogios.
¡Todo a la mayor gloria de nuestra Andalucía!
Salude al gran Pedro Salinas y a la redacción.
Usted mande en su afectísimo compañero.
Federico García Lorca.
Granada.
Fue en diciembre de 1927 cuando llegarían a conocieron personalmente. A partir de este año se inicia la amistad fraternal, que se extendía a sus respectivas familias, una amistad que fue fortaleciéndose con el paso del tiempo.
  En 30 de marzo del 32 Lorca pronuncia una conferencia en el Ateneo de Sevilla: “Arquitectura del Cante Jondo”. En los días que permanece en la ciudad se alojó en la casa de JRM, soltero entonces, vive con sus padres en la calle Cardenal Spínola.

 
 Dibujo de José Caballero de ISM

En 1934, ocurre la trágica cogida en Manzanares del amigo común Ignacio Sánchez Mejías, hecho que conmociona la sensibilidad de los poetas. Federico escribe el “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías” y Joaquín en “Canción del amante andaluz” le dedica el soneto “En la muerte de un torero”.
En 1935, Joaquín viajó a Madrid y se alojó en la casa de la familia García Lorca. El palaciego le pidió a Federico que fuera a Sevilla a pasar la Semana Santa y la Feria como invitado suyo.
Cuando días después Murube vuelve a Sevilla, recibe una carta en la que Federico confirmaba su viaje a Sevilla: 

  Carta de Federido. 1935.

Querido Joaquín
triste y malandrín,
Director del Alcázar
y no Alcazarquivir.
El sábado por la noche
quiero partir.
Si no puedo, el domingo
y no Dominguín.
Ya te avisaré,
Ya te avisaré.
Te mando un abrazo
ancho, azul, turquí.

        Federico.
En 17 de abril –miércoles santo- del 35, Lorca visita por última vez Sevilla. Vino para vivir la semana santa y la feria. En su biografía no se expone ningún compromiso literario que justificara su presencia en la ciudad, expresamente vino para estar con Romero Murube y disfrutar de las fiestas de la primavera en Sevilla. Lo que sí sabemos es que fue alojado en esta ocasión en El Alcázar por nuestro paisano. Jorge Guillén, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Sevilla contaría años después como fue la primera vez que Lorca leyó el “Llanto” en El Alcázar. Joaquín llevó un piano hasta la arcada que hay bajo el Chorrón junto al estanque de Mercurio:



  Ignacio Sánchez Mejías llora la muerte de su cuñado Joselito.
Con el poeta y sultán del Alcázar, Joaquín Romero Murube, nos encontrábamos unos pocos amigos de Ignacio Sánchez Mejías. Federico no comenzó la lectura hasta que llegó Claudio Guillén, “niño en Sevilla” –dedicatoria de la canción “De las palomas oscuras”. Hecho diminuto que pone de relieve la atención que siempre dispensaba el poeta a la niñez. Aquella elegía, aquella tarde, aquel jardín, aquellos amigos…¡Y allí –privilegio sin par- yo, o sea, nosotros cuatro! Federico desenvolvió y matizó la lectura como un director de orquesta, y pareció que al acabar dejaba la batuta con calma, tras un giro lento de resignación melancólica.


  Cena-homenaje a Santiago Montoto. 

En el primer día de la feria estuvo presente en el homenaje tributado a su amigo Santiago Montoto al que acompañaron unos intelectuales sevillanos. Ambos aparecen en una fotografía junto a Joaquín Romero Murube, Chaves Nogales y Jorge Guillén entre otros.
El biógrafo de Lorca, Ian Gibson cuenta por aquellos días, Joaquín, había organizado otra cena junto con otros compañeros de letras. Federico no apareció. La justificación que le dio el granadino a su anfitrión fue: “Perdona –se disculpó el poeta- pero esta noche me ha salido una luna en el pecho”. Era que había conocido a un muchacho guapísimo.  


Lorca/Doña Rosita la soltera

Durante su estancia en el Alcázar trabajaba en el drama “Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores” que según Marcelle Auclair fue escrito en parte en Sevilla. Las charlas de García Lorca con la madre y las hermanas de Joaquín, unas enamoradas hasta la locura de las flores, le fueron de mucha utilidad para esta obra.
La imaginación del autor del “Romancero gitano” y la capacidad para fabular era prodigiosa. Exageraba y adornaba los acontecimientos. Con motivo del estreno de Yerma en Barcelona, pocos días después de su estancia en Sevilla, relataba así algunos momentos:
Murube compró para mí solo un balcón en la calle Sierpes para que yo viera pasar el Cristo Divino del Gran Poder, un balcón que le costó cincuenta duros…
Los gitanos, que me quieren mucho a mí, me hicieron una Semana Santa con el regalo íntimo de sus liturgias y de sus vinos  mejores.
Pusieron un altar con diez toneles de vino y muchas rosas de papel y candelas encendidas con los retratos de Joselito y Sánchez Mejías, y yo leí ante él por primera vez mi elegía por la muerte de Ignacio.
Tan tremendo con las últimas banderillas de tinieblas…
Después bailaron descalzos... y no dejaron entrar ni a mis mejores amigos.
El único “che” que estaba allí era yo.
Aquella noche dormí en casa de la Malena, que me guardaba una hermosa cama grande, blanca…blanca, con un suave aroma de manzanas.
La dedicatoria que Lorca dedica a Murube en el ejemplar de “Romancero gitano” habla por sí sola:
Para Joaquín con el cariño más grande de su compadre y hermano Federico. Granada 1935.

 Lorca leyendo. 

También ese mismo año (2 de junio) en una carta que Joaquín envía a Federico se queja de la tardanza en enviarle los ejemplares del “Llanto” que hacía bastante tiempo le prometió. El tono en que está escrita refleja el poso de una amistad consolidada y la confianza existente entre los dos:
Querido Federico. Eres un perfecto sinvergüenza: aún no has mandado los libros de Ignacio: aún no sabemos si has llegado a Madrid: aún está mi madre disgustada porque no has puesto unas letras diciendo que has llegado. Yo sigo haciendo la vaca cada día mejor. Da un abrazo a Pepe Caballero, otro a Neruda y otro lleno de gritos y ruidos a Cotapo, tan fugaz en mi recuerdo. No termino sin llamarte otra vez sinvergüenza. Un abrazo. Joaquín.


 Joaquín leyendo

Pero el envío de los libros no se hizo esperar. Diez días después (12 de junio) le agradecía el envío a García Lorca en los siguientes términos:
Querido Federico: Eres una persona decente: ya hemos recibido los libros y quedan retirados los terribles calificativos que te hemos dirigido en cartas y telegramas.
Los libros eran para: Guillén, Graciani, Pepín Bello y Santiago Montoto. Lorca mandó confeccionar expresamente un ejemplar del Llanto para Joaquín Romero. Para este ejemplar, le encargó unos dibujos a José Caballero. El poeta palaciego siempre lo ha considerado como una de las joyas más apreciadas de su biblioteca.

  La Fuente Grande (Víznar)

Siempre se sintió orgulloso de su amistad con García Lorca. En una entrevista que le hacen en el 69, poco antes de su muerte manifestó:
Tuvimos la gran suerte de convivir con aquel altísimo poeta en muchas albas, en muchos gritos, en muchos patinillos de Sevilla.
Cuando en agosto del 36, matan a Federico García Lorca, Romero Murube va a Granada e intenta averiguar las causas por las que lo asesinaron. Según palabras del propio Joaquín, encontró un ambiente muy hostil.
Públicamente no habló ni escribió sobre este asunto. Lo que sí hizo fue publicar en plena guerra  civil un libro titulado “Siete romances”. De forma muy arriesgada, y con una atrevida dedicatoria encubierta se lo dedica a su amigo: “A ti, en Vizna, cerca de la fuente grande, hecho ya tierra y rumor de agua eterna y oculta”.
    
   Dibujo de José Caballero para Joaquín Romero Murube


Siempre se sintió orgulloso de su amistad con García Lorca. En una entrevista que le hacen en el 69, pocos días antes de su muerte manifestó:
Tuvimos la gran suerte de convivir con aquel altísimo poeta en muchas albas, en muchos gritos, en muchos patinillos de Sevilla.

    


 Federico García Lorca y Joaquín Romero Murube en un  balcón.



Foto Pepín Bello conmigo.
Para nosotros ha sido un placer recopilar estos documentos y testimonios de los componentes de la Generación del 27, con motivo de los 90 años de la celebración de los actos de Sevilla, y compartirlos con todos vosotros.
                                                                                                14 de diciembre de 2017.
  Conferencia leída en la Peña Cultural y Comercial “La Unión” (El Casino) de Los Palacios y Villafranca el 14 de diciembre de 2017.



 Encargo de Lorca a Caballero
 las aclaraciones del encargo de los dibujos, cartas autógrafas del dibujante y de Lorca, una invitación a la cena homenaje a Vicente Aleixandre en Madrid, con dedicatorias de los compañeros de mesa: Alberti, Neruda,… un dibujo retrato de Lorca de José Caballero para Murube,



  Dedicatorias de Federico y Caballero

destaca particularmente la dedicatoria fraternal y elogiosa del granadino. y en la portadilla, un dibujo lorquiano con un poemita dedicado a Joaquín.

Los textos leídos y las imágenes que hoy aquí se han proyectado, me parece que son los mejores documentos que avalan la importancia literaria de la presencia y de la participación de nuestro paisano Joaquín Romero Murube, en un momento trascendental e histórico de la literatura española. Los palaciegos debemos ser plenamente conscientes de la repercusión de estos acontecimientos y valorarlos en su justa medida.
Terminamos recordando las palabras dirigidas al palaciego por dos poetas de esta Generación del 27: por una parte el premio nobel de literatura Vicente Aleixandre escribió de Romero Murube, que sin lugar a dudas, era el mejor prosista de la Generación del 27. Por otro lado, como podéis leer en la parte de arriba de esta imagen, la dedicatoria de Federico García Lorca, en las que cataloga  a su queridísimo amigo como “la honra y el espejo de Sevilla”.


 

Foto Pepín Bello conmigo.

Para nosotros ha sido un placer recopilar estos documentos y testimonios de los componentes de la Generación del 27, con motivo de los 90 años de la celebración de los actos de Sevilla, y compartirlos con todos vosotros.
                                                                                                14 de diciembre de 2017.
  Conferencia leída en la Peña Cultural y Comercial “La Unión” (El Casino) de Los Palacios y Villafranca el 14 de diciembre de 2017.




2 comentarios:

  1. Me gustaria ponerme en contacto con usted para que viera una foto que puede ser de esa época.

    ResponderEliminar

Seguidores